miércoles, 7 de mayo de 2014

You're poisoning ghosts.

Intentó perseguirle pero él iba demasiado rápido, demasiado brillante, parecía un cometa sorteando y destruyendo todo a su paso, sin que nada tuviera la más mínima oportunidad de detenerle. Era irónico, siempre le había comparado con una estrella hambrienta, con una fuerza imparable a la que sujetarse cuando el mundo se hundía y no era capaz de respirar, pero era ahora cuando Killian deseaba que él se quedase sin ella  y se ahogaran juntos. Alargó la punta de sus dedos, con la fútil esperanza de que si él no podía alcanzarle su nombre si lo hiciera. E intentó gritar, pero su voz se rompió al asomar por sus labios, como si temiese la respuesta y la consiguiente caída de las palabras que había tejido en su cabeza, una y otra vez, durante la eternidad de esos dos segundos de ojos como cuchillas. Un escalofrío recorrió su espalda, y vio a Jason desaparecer tras una de las esquinas que seguramente llevarían a la salida.

- ¿Estás bien? - Una mano enguantada en blanco le acarició la nuca. - ¿Quién era?

- Nadie, no era nadie, Julieta.

- Para no ser nadie, parece que hubieras visto un fantasma, o dos.

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