La mirada de Jason se endureció, como si afilase sus dientes antes del próximo mordisco. Se bebió el whisky doble que le había dado aquella chica con diarrea verbal y golpeó con firmeza la barra con el culo del vaso.
- Perdona, ¿Quién eres? No recuerdo haberte nombrado reina de nada. ¿Por qué ibas a decirme tú con quién puedo o no puedo estar? Y mucho menos catalogar lo que siento, como si me conocieras de hace más de cinco minutos. - Sacó un billete del bolsillo y lo dejó encima de la mesa, listo para irse. - Págate el resto de la charla.
- Isabelle.
- ¿Qué?
- Has preguntado quién soy, Isabelle. - Sonrió mordaz. - La hermana de Killian. - Se llevó la mano a la boca y bajó la voz con cinismo. - ¿O debería decir la hermana de tu ex? Ya sabes, aquel chico alto y moreno con un cuerpo de espanto
- ¿Y por eso me sueltas esa verborrea? ¿Porque, según tú, le hice daño? No te veía tan sentimental en los e-mails que le enviabas a tu hermano cuando te comentó que estaba conmigo.
- Oh, touchée. Digamos que era un mal momento, ahora he madurado e intento ser una buena hermana. Por ejemplo, no rompiéndote la cara. Pero como tampoco me gusta Julieta, digamos que sólo soy demasiado amorosa.
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