jueves, 7 de noviembre de 2013

Julieta es inJuria

Te odio. A ti y a todas las estúpidas razones que inventas para no estar aquí. Conmigo. Te detesto, hasta lo más profundo de mi alma, y te aborrezco. Oh, ni te imaginas cuánto te aborrezco. Porque te has vuelto fría y venenosa, como la hiedra que recubre tu pecho, y lo peor de todo es que te da igual. Así que dime, ¿Dónde me he equivocado?, porque no es posible estar tan ciego... Sólo gritas y te revuelves en ti misma, como una fiera herida buscando contraatacar. Y me llamas enemigo de lo propio y lo contiguo, para que tus labios no se equivoquen y me manden un beso de despedida antes de volver a alzar el dedo. Y, déspota, tropiezas con mis pestañas cada vez que quieres provocar el vacío en mi nombre, para dejar claro el desprestigio y la duda, de que querernos es más obligación que derecho.

Pero ya empiezan a pesarme las heridas,
y las estacas 
y el desprecio.

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