sábado, 9 de noviembre de 2013

A Jack is not for a Naughty Queen

Caminó dos pasos hacia delante y apretó los puños contra su costado. Temblaba, de furia, de impotencia, de dolor. Se encontraban en el velador de su padre, solamente iluminado por las estrellas a esas horas de la noche, como otras tantas veces. Era su sitio, su lugar, donde la conoció a ella. Una brisa helada le acarició la cara, se acordaba perfectamente; ella llevaba un jersey marrón y unos vaqueros azules con costuras en las rodillas, y le pidió un café con sal. '¿Estás borracha?', recordó. Quería reírse. Como se reía aquel día, cuando la vio sonrojarse por primera vez. Como se supone que deberían estar haciendo los dos ahora, que por fin podía pagarse la universidad e irse a vivir con ella. Pero no lo hacían. Sólo gritaban, y se atragantaban con los llantos del otro.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué cambie mi vida por ti? ¿Qué lo dejemos todo? ¡Estábamos bien así! - Ella se llevó las manos a la cara y negó con la cabeza.
- ¿Bien? ¿Eso era estar bien? Porque apenas tienes tiempo para hablar, y siempre andas de mal humor. Y si te pregunto si has conocido a alguien..
- ¡¿Otra vez?! ¿Ves? Ese es el problema. Ni siquiera quieres estudiar, sólo buscas controlarme.
- Yo n-no... - Él intentó acercarse pero ella retrocedió.
- Esto ya no funciona, ¿No te das cuenta?

Y allí se encontraba él, ahogándose en su taza favorita, solo, descafeinado, sin azúcar y con más hielo en las venas de lo que nadie podría soportar.

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