-No quiero volver a verte. – Se oyó a sí mismo decir a lo lejos. Y justo en ese momento se acordó de su olor, de aquella noche en la playa, de cómo lo miraba mientras le robaba el aliento. Pero el recuerdo no tardó mucho en desaparecer. La bilis ocupó su lugar.- ¿Me has oído? Vete. No quiero nada de ti.
-Mientes. Como siempre. – Un tic nervioso se alojó en sus dedos, haciendo que se pasara un mechón de pelo por detrás de la oreja. Sonrío insegura pero arrogante. - ¿Y sabes por qué lo sé? – Se humedeció los labios. Un escalofrío recorrió la espira dorsal de él. – Porque estás enamorado de mí.
Él enmudeció durante unos instantes, entre dolido y hueco. Respiró
hondo. Y antes de que ella pudiera volver a atacarle sacó algo de su cartera.
Una foto.
-Te equivocas. – Contestó. Se le quebraba la voz. – Yo estaba enamorado de ella.
-Te equivocas. – Contestó. Se le quebraba la voz. – Yo estaba enamorado de ella.
2 comentarios:
Yo siempre he pensado que nos enamoramos de personalidades, no de personas. Y las personalidades cambian demasiado. Te dejo un gatito en el tejado para que te acompañe :)
Un besito.
A veces nos enamoramos sin mirar realmente al otro.
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