sábado, 15 de septiembre de 2012

Bleeding



Ella creía que el invierno siempre besaba con los ojos cerrados, que el frío y la ausencia no eran más que las consecuencias de una indiferencia malherida y que la traición siempre derramaba sangre. Desgraciadamente -y muy a mi pesar- se dio cuenta de que el azúcar no es siempre dulce, y que no sirve de nada armarte de valor contra el veneno. Por eso ella dejó de creer en cuentos de hadas, y cambió la espada y la justicia, por una copa de Vodka con gotas de olvido. Porque decidió que la vida así le sabía mejor. Un poco más ácida que la piel de un amante, y un poco menos amarga que el amor no correspondido.

 Hoy en día ya no es una chica valiente, de esas que le gritaban al miedo antes de ser devoradas por el lobo, de esas que jugaban a escalar el Everest por un Te quiero. Ahora se dedica a robar estrellas que le devuelvan el brillo, a coleccionarlas tal vez, como garantía a su orgullo de que sigue siendo fuerte. De que aún puede seguir mordiendo el polvo y levantarse otra vez, aunque no esté dispuesta a demostrarlo.

1 comentario:

Limón. dijo...

A veces nos conformamos con saber lo que somos capaces de hacer, sin tener que demostrarlo.