- ¿Tú eres la hija del director verdad? - Me preguntó una compañera.
- Más o menos. - Contesté. Ella parpadeó confusa, pero asintió.
- Entonces, ¿Qué haces trabajando en la Octava? - Inquirió. - Podrías ser Jefa de Suministros, de Personal, ¡De Cirugía! e incluso Subdirectora general.
- No quiero ser la mandamás de nada. Sólo quiero ayudar a las personas y, desde luego, firmando papeles no creo que pueda hacerlo.
- ¿Y en la Octava sí? Apesta a muerte. - Dijo con franqueza. Era simpática, siempre había pensado que Adela era de esas que tienen un corazón muy grande y muchas ganas de querer, pero a veces... me sacaba de quicio. Había sido un golpe frontal, doloroso, aunque no podía culparla por ser tan directa.
- Necesito que avises a Cortés, en la 809 le toca visita rutinaria. - Me miró de reojo y salí del ascensor.
- Eres única Severy, única.
Me dolía el pecho.
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