domingo, 18 de septiembre de 2011

Hope and wishes

Hoy le he visto con su bata blanca y su llavero de cuero. Corría de arriba a abajo atareado, siempre con la cabeza en su próximo paciente. A mi me carcomía la duda en estos momentos de si para él todos eran igual de únicos o es que era su deber preocuparse en exceso. Pronto tendría la posibilidad de descubrirlo.. Las chicas de la Octava y yo vamos a trasladarnos a su planta el mes que viene por falta de personal. Estoy impaciente por trabajar en cirugía - y con él- y empezar a salvar vidas, sonrisas, como la mía.
- ¿Tú eres la hija del director verdad? - Me preguntó una compañera.
- Más o menos. - Contesté. Ella parpadeó confusa, pero asintió.
- Entonces, ¿Qué haces trabajando en la Octava? - Inquirió. - Podrías ser Jefa de Suministros, de Personal, ¡De Cirugía! e incluso Subdirectora general.
- No quiero ser la mandamás de nada. Sólo quiero ayudar a las personas y, desde luego, firmando papeles no creo que pueda hacerlo.
- ¿Y en la Octava sí? Apesta a muerte. - Dijo con franqueza. Era simpática, siempre había pensado que Adela era de esas que tienen un corazón muy grande y muchas ganas de querer, pero a veces... me sacaba de quicio. Había sido un golpe frontal, doloroso, aunque no podía culparla por ser tan directa.
- Necesito que avises a Cortés, en la 809 le toca visita rutinaria. - Me miró de reojo y salí del ascensor.
- Eres única Severy, única.

Me dolía el pecho.

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