viernes, 19 de agosto de 2011

A K. le pesan los recuerdos

Y quise gritarle al mundo que era una injusticia, que sus labios no eran compartidos ni mi voz había nacido de sus pulmones para romperse una vez más. Quise levantarme para golpear las cadenas, para discutir con el destino si tenía fuerzas para luchar. " Y el frío me quema", dije. Pero era algo más. Estaba perdida, llorándole a un recuerdo como un triste perro de la sociedad, reivindicando un corazón que no me había pertenecido nunca.
- Huiste cuando más te necesitaba, tú, precisamente tú. - Intenté contenerme. - Él te quería. ¿Cómo has podido hacerle esto?
Pero no contestó, se limitó a darse la vuelta para que le viera marchar.
- D. pensaba que en el fondo, aunque te empeñaras en demostrar que no tenías corazón... si tenías alma.
- Mientes.
- ¿Cómo puedes decir eso?
- D. no creía en el alma.
- Le bastó con creer en ti...

Me robaste el amor en un suspiro.
Ahora no lo dejes caer.

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