viernes, 6 de junio de 2014

Hunger of life

¿Y tú eres el que me decía que la vida sabía mejor sin palabras? Eres un hipócrita, uno de esos fantasmas empedernidos que atormentan a la noche con sus cuentos y sus finales felices, uno de esos borrachos sin alcohol que se atragantan con dos copas. Y no digas que te avergüenza no seguirme el paso, porque el que tropieza con tu voz soy yo, cada mañana, cuando me besas la frente y me dejas el frío detrás de la puerta. Que parece mentira que sepas coserte una sonrisa a la cara, y sin embargo prefieras desgarrarme las costillas con tus labios secos. Porque, me elegiste tú, ¿Lo sabías? Me escogiste para el papel de amante y encargado de decoración, para exhibirme a tus amigos en esas fiestas de gala como el que te arropa cuando te late el pecho, que es más bien poco, y peinarte los miedos que se enquistan en tu garganta. Así que no me adoctrines sobre la vida, ni te atrevas a alzar el silencio en mi contra, porque estar hambriento no implica ser ignorante, e ignorar no conlleva saber tragar tu rabia.

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