martes, 25 de marzo de 2014

What the water gave me

No tenía fuerzas para otra riña más, ni para caminar hasta la puerta para gritarle cuánto le quería, cuánto le odiaba. Pero ahí estaba él, retándole con la mirada, con la boca llena de polvo y los pulmones ajados de tanto embestir a su orgullo roto. Killian parecía una bestia enfurecida a punto de atacar, había deformado su cara de ángel en una mueca de desprecio, convirtiéndola en el semblante de un atractivo y mordaz demonio. La primera vez que le vio así sintió que iba a morirse, que su rechazo le mataría y que todo lo que había compartido con él no había sido más que el preludio de su epitafio, pero no fue así, no murió esa vez ni la próxima, ni el resto de veces que había visto cómo se retorcía en su propia agonía. Al contrario, había sido el mismo Killian el que le había vendado cada uno de los golpes que le había dado la vida.

- Eres patético. - Escupió. - Y tú sigues adelante con todo esto. Como si no te hubiera pisoteado lo suficiente. Ese tal Seth, o como se llame, no va a cambiar. Ni tú tampoco.

- Es a mí al que le ponen los cuernos. No sé cuál es la parte que te molesta tanto.

- La primera, tú. Esa es la que no puedo soportar, el que te resignes y te autoinmoles, el que creas que no te mereces nada mejor que esto. Estoy harto de este sucio círculo vicioso de compasión y de castigo. - Golpeó la barra con el puño y derramó la copa que le acaba de servir - Estoy harto de ti.

Lo siguiente que recordaba Jason era tirar de él, de su corbata roja, y el torrente de adrenalina que sacudió su cuerpo. No sabría decir si llegó a besarle o no, pero lo que no pudo olvidar fue el eco de su pecho cuando el cristal de la copa se hizo añicos al impactar contra el suelo.

No hay comentarios: