lunes, 17 de junio de 2013

Madame Larouette

Exhaló una bocanada de humo gris y la miró con desgana.
- ¿A qué has venido aquí?
- Eres una pitonisa, deberías saberlo.
Ella puso los ojos en blanco y se llevó el cigarrillo a los labios.
- Prefiero celeste, - Le dio una calada.- y no he dicho que desconozca la respuesta. Estoy esperando a que te contestes.
Erise se encogió de hombros.
- No sé.
- Claro que lo sabes.
- ¿Es así como te ganas la vida? ¿Obteniendo respuestas de la misma boca de quién pregunta? Sabía que eras una estafa. - Se levantó y sacó un billete del bolsillo.- Gracias por nada.
La adivina se rió y la fumarada que se escapó de su boca esta vez fue negra, como el carboncillo que usaba para pintar en el estudio cuando nadie la observaba.
- Si crees que huir de ti misma va a darte la felicidad, te equivocas. El escepticismo no es un modo de vida, ni crea más lazos que la propia cadena que te atas al cuello. Ten fe, no en mí, ni en él. Sino en todo lo que has aprendido estos años.
- No dices más que cosas al azar, puras generalidades...
- Ambas sabemos que eso no es cierto. Y a lo que no has llegado a formular, sí, Eric querría que la perdonaras. Pero eso no es problema, ¿Verdad? Lo hiciste hace mucho.

No fue su culpa que muriera.

1 comentario:

Madrilenials dijo...

Genial.
Pero vuelve. vuelve. vuelve.