Y ahora que nado entre las costuras de una vida "adulta", me doy cuenta de que ella también respira, que también llora y le duele aunque llene mis lienzos de alegría todos los fines de semana. Que debí haber visto en sus ojos cuando necesitaba un abrazo, o cuando callaba para no preocuparme. Y, ¿Sabes? Me siento como si la hubiese fallado, como si la hubiera dejado caer cuando más me necesitaba...
A veces pienso... que no merezco ser su hijo.
6 comentarios:
No puedo decir nada sobre esta entrada.
Simplemente porque mata mis palabras.
Precioso.
Un saludo,
Wolfy
Uno no lo hace de malo tampoco, es sólo que a veces la mente habla por demás y nos pone en el personaje de no saber como enfrentar la realidad. Lo mejor es darse cuenta. De ahí para adelante todas son soluciones o cuanto menos respuestas con algo de certeza.
aveces somos ciegos a muchas cosas, pero lo bueno es que hayas crecido y te des cuenta de pequeños detalles que cuando éramos pequeños no veíamos..
y no te debes sentir así,porque todos cometemos errores,pero una madre siempre perdona...
un besito :)
Nunca es tarde, y nadie es perfecto. Una entrada digna de leer! me gustó mucho, saludos!!
Nunca es tarde, y nadie es perfecto. Una entrada digna de leer! me gustó mucho, saludos!!
A veces damos vueltas sobre lo mismo incansablemente y la realidad es que ciertas cosas son como se ven. Desde ese punto no tiene sentido seguir lamentándose sobre lo que pasó sino aceptarlo y ocuparse de superarnos como personas, de estar listos para responder ante nuevas circunstancias. Un saludo!
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