Me arrepentiría.

Fue una respuesta visceral, sin razonamiento alguno. El instinto jugó su parte y la sangre el suyo. El cerebro le indicaba que se lo pensara dos veces, que era una mala idea, quiso que el corazón no se metiera está vez, pero lo hizo. "Sí", repitió. Y para cuando quiso darse cuenta el error ya iba rumbo al desgaste, al límite. Sin control.

El beso fue insulso, pura atracción sexual. El amor llegó a los labios encontrando sólo el veneno y el dolor. 

Dayanne ya estaba encima suya, devorándole.