Y es por eso que no quiero ser el primero en caer, Ley. Porque antes tengo que hacer algo con mi vida y sé que la tuya ya se dejó marchar.
Tú siempre lamentarás no haber hecho nada, simplemente te quedarás sentado en tu trono de marfil y cristal esperando a que las termitas de mi cuerpo se paseen por tus labios. A que hipnotice tú voz con sueños blancos y me quede colgando del filo de tus besos. Pero eso jamás pasará. ¿No?
Porque la fortuna no se postrará a tus pies, y yo menos. Así es. Nunca lucharás por nada.
Yo si tengo que morir, moriré de pie.
Me llamo Condena.
Encantado.
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