viernes, 15 de julio de 2011

Kai roba sonrisas y ella las devuelve.

El sonido de un cristal rompiéndose me despertó. Me había quedado haciendo guardia en la Madriguera, a ver si Meltas conseguía la mercancía de una vez y podía marcharme tranquilo. Pero lo primero que vi al abrir los ojos no fue a Meltas despedazando un par de hortalizas muertas, vi a una figura femenina con el pelo rojizo tapándome la boca suplicante en medio de cristales color caoba. ¿Cómo crees que me sentí? Excitado. Al principio creí que era un sueño, que en el oeste de Shania eso no era posible. Era más probable que los Magistrados hubieran contratado a la Guardia Azul y me hubieran drogado. Una vez fumé setas de la región, las llamaban Shaltarinas. Y lo único que conseguí fue acabar con un par de señoritas sueltas de cascos en el cobertizo de un Cazadragones, sin saber cómo había llegado allí. Lo último que recordaba es que había estado sentado en la orilla de las Sirenas Silenciosas asando castañas con un tulipán equilibrista. Más irreal que eso... ¿Castañas? Qué estupidez, todo el mundo sabe que no existen.
Y allí estaba, con una desconocida en el suelo de la Madriguera, invitándonos a follar como conejos. Nunca mejor dicho.
- No muevas un músculo. - Susurró. Su voz tenía un suave matiz de inocencia, y eso me inquietó. No había conocido jamás mujer con ese cuerpo y con la mente limpia. Además olía jazmín, del caro. Era joven, guapa. Y estaba allí. Todo apuntaba a una emboscada fatal.
- ¿Eres de la Guardia Azul? - Fue lo primero que se me ocurrió. Y sé que fui imbécil, que aunque lo fuera no lo admitiría nunca. Pero no pude razonar, la pregunta brotó de mis labios sin poder remediarlo. Ella se limitó a sonreír y como no, a taparme la boca con más fuerza. Fuera se escuchaban los cascos de los caballos gimiendo. Parecía que la buscaban a ella y no a mi. Y aunque sé que debería alegrarme de que no fuera esta vez yo el perseguido y de que una chica como aquella aún no se hubiera alarmado de mi erección, sentía que me estaba robando protagonismo

Y eso definitivamente, no puedo aceptarlo.

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