martes, 28 de junio de 2011

Te amo.

Pocas veces he abierto los ojos cuando te besaba, pero no hacía falta hacerlo para saber cuando llegaría a su fin. Y es que me dolía tu cuerpo. Al igual que cuando terminabas antes o yo me vestía demasiado deprisa. Lo que nos unía parecía esfumarse. Yo desaparecía poco a poco entre tus manos mientras que tú apurabas un cigarro o te ibas en silencio.
Pero ayer cuando bebías de mis labios, algo cambió. Y es que jamás me habías dicho te quiero. Al principio pensaba que era una ilusión, que había oído mal. Y seguí enredándome en tu pelo. Entonces me cogiste de la mano, y lo repetiste. Una y otra vez. Hasta que fallaron mis defensas y me robaste el aliento.

Ayer me hiciste feliz, Daya.
Muy feliz.

No hay comentarios: