miércoles, 18 de mayo de 2011

Quinientos sesenta y nueve.

Y ella sonríe, y ella baila sola.
Los ríos siguen llevando la carga y los truenos no paran de sonar.
Pero ya no hay quien la pare.
Porque aprendió que los golpes duelen menos si sabes bailar. Y no un baile cualquiera.
El baile de las flores.
Sí, hoy bailará por ella. Porque ella lo querría así.
Mañana volverá a la Iglesia y cantará delante de todos, aunque le tiren piedras. Aunque Erisa la insulte de nuevo. Y le gritará a la luna que hará falta mucho más para verla llorar.
Porque se lo debe. Porque ya no está.

Porque echa de menos a Mamá.

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