lunes, 6 de agosto de 2012

Mi sombrero tiene tres picos


Ahora es cuando Ella miraba hacia abajo, a sus pies, temblorosos y fríos, encajonados en un 35 de puro horror mientras el barro le arañaba las pestañas a sus manoletinas francesas. El shock le había paralizado todas y cada una de las células de su cuerpo. "¿Hola? ¿Sigues ahí?". Pero la voz no salía, estaba escondida en algún rincón de su estómago, lamiéndose las heridas. Cásate conmigo, había dicho un día, y ahora no era más que el regusto amargo de una vieja cafetería del París del 07. "No, no sé quien era. Creo que han colgado, cariño."

1 comentario:

Diane Ross dijo...

Seguro que no se la merecía.