lunes, 25 de julio de 2011

Dos puntos de vista entre mármol y acero.

Ella es la Reina de Espadas y yo quiero ser su Rey de Corazones. ¿A que suena estúpido? Pero para mi tiene sentido. Porque tiene miedo de hacerme daño, de romperme el alma en un suspiro y ahogarse con un te quiero.
Creo que es guapa. Creo que es fuerte. Inteligente. Divertida. Cobarde.
Tiene miedo a apostar, a levantar la vista y observar que el mundo dejó de girar. A que pare el mecanismo de sus besos y la lluvia caiga hacia arriba. Sin embargo, ama la lógica de los sinsentidos y yo amo su olor. Adoro sus ojos oscuros, su perfume de ironía y lavanda. Y me jode admitirlo, pero iría al infierno por ella.
Porque sus latidos son la banda sonora de mis sueños. Porque el filo de sus labios es la llave. La clave para hacerme sonreír. Y es que yo no soy yo sin ella, y ella no es más que un yo sin yo. 
Ella siempre va contracorriente. Haciéndome mal. Volviéndome loco. Cambiando la temperatura de mi cuerpo a su antojo. Quemando mi tiempo. Es el maldito imán que me mantiene aquí.

Cuando dos no es más que un número infinito entre la mitad de su ida y el dolor de su ausencia. Yo espero. Recorriendo cada letra, cada acento con la yema de mis dedos. Alimentándome de su recuerdo. 


"Te romperé el corazón, Alex."
Te equivocas, tú eres la única capaz de arreglarlo. 


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