domingo, 22 de mayo de 2011

Pasión desheredada.

Bajó como siempre las escaleras de mármol que llevaban al salón. Iba descalza. Ella no reparó en Veleta ni en Claudia, y siguió tranquila hasta el sofá. Ellos la miraban con curiosidad.
- Erise. - Empezó Claudia. Al oírla Erise frunció el ceño. - ¿Por qué siempre andas descalza?
- Porque quiero. - Sentenció. - ¿Te he dado permiso para hablarme?
Claudia miró a otro lado dolida. Estaba claro que la odiaba. Siempre estaba de malhumor con ella y cuando tenía la oportunidad, por pequeña que fuera, la aprovechaba para bordearle. Claudia se mordió la lengua.
Erise bajó la vista de la lámpara con forma de araña, a Veleta, y luego a ella. Esta vez no la miró con odio, ni siquiera con maldad.
La miró con dulzura.
- Te echaré de menos.. - Susurró. - A ti más que a nadie.




Claudia no comprendió hasta mucho tiempo después por qué Erise bajaba las escaleras descalza. Y es que a ella le encantaba sentir el propio peso de su cuerpo, sin un colchón de cuero que la amortiguara, sin nada que la soportara. Ella vivía en una realidad deformada, pero era su realidad. ¿Qué iba a hacer alguien como Erise en Malditos sin Miedo? Veleta y Claudia siempre la habían apoyado desde que Alex se marchó.
Y el día antes de dejar la carta de despedida lloró.
Lloró por Hugo, por Isabelle, por los días grises y sobretodo por Claudia. Porque le había hecho la vida imposible a Claudia desde que apenas eran niñas. Y aunque fuera estúpido, la estirada ricachona envidiaba a Claudia en lo más profundo de su ser.
"Erise no volverá." Pensó Claudia. Se ha cansado del mundo, de que la pisoteen sin más. De la crueldad. De los errores. De la pasión desheredada. Y es por eso por lo que siempre Erise andaba descalza y no con sus zapatillas de marca o sus calcetines de lana, ella quería pisotear el mundo con sus propios pies. Sin nada. Porque el mundo ya la había maltratado lo suficiente. Le había arrebatado a un hermano y había roto al amor de su vida. Y aunque el gesto fuera lo más infantil habido y por haber, la reconfortaba.
Porque le recordaba que Eric no volvería.

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